
Violencia política digital en Bolivia: la presión para que las mujeres renuncien a sus candidaturas
En Bolivia, la violencia política contra las mujeres ha adoptado nuevas formas en el entorno digital, intensificando el hostigamiento y la presión sobre quienes participan en la vida pública. Según el monitoreo de violencia política digital realizado por Lupa Digital, el 26,4 % de las publicaciones con contenido de violencia política, tipificada en la Ley 243, contienen mensajes y acciones orientadas a presionar a mujeres en política para que renuncien a sus cargos o candidaturas.
Esta segunda finalidad de la violencia digital, la renuncia forzada, no es un fenómeno aislado, sino parte de un ecosistema hostil que combina estereotipos de género, sesgos mediáticos y la amplificación de ataques en redes sociales. Investigaciones previas sobre cobertura mediática en América Latina han demostrado que los medios suelen reproducir narrativas que refuerzan el status quo patriarcal, enfocándose en la vida privada, el rol familiar, la apariencia física o la vestimenta de las mujeres políticas, en lugar de su trayectoria o propuestas.
En este contexto, las candidatas son evaluadas no por su capacidad de liderazgo, sino por su relación con figuras masculinas, como “hija de”, “novia de” o “esposa de”, y se las cuestiona sobre cómo conciliar su vida política con la maternidad, preguntas que rara vez se dirigen a los hombres. El resultado es una percepción pública deteriorada: cuando los medios utilizan retórica sexista o se centran en la apariencia, las mujeres políticas son vistas como menos confiables y menos calificadas, lo que reduce su intención de voto y, en muchos casos, las impulsa a abandonar la competencia electoral.
Ejemplos de este sesgo abundan. En países como Uruguay, Perú y México, estudios han demostrado que la cobertura mediática hacia candidatas es significativamente menor que hacia candidatos, incluso cuando ellas representan una proporción importante de la oferta electoral. Este patrón se replica en Bolivia, donde, además de los medios, las redes sociales se han convertido en un escenario central para la violencia política.
El análisis de los registros muestra que las cuentas difusoras de redes sociales, muchas de ellas anónimas o creadas con fines específicos de ataque, son responsables de la mayor parte de las agresiones digitales contra candidatas. Estas cuentas operan fuera de marcos institucionales, lo que dificulta la trazabilidad y la sanción, pero su alcance es significativo. Un caso emblemático es el de Eva Copa, la mujer política que, según el monitoreo de Lupa Digital, ha recibido mayor violencia digital en Bolivia.
Copa, alcaldesa de El Alto y única candidata mujer a la Presidencia en las elecciones actuales, anunció recientemente su renuncia a la candidatura. En una entrevista, declaró que “la ley que protege a las mujeres de la violencia política no funciona, sólo es el nombre. He sido una de las candidatas más hostigadas, más perseguidas, más presionadas y ¿dónde está la protección a las mujeres? No existe”. Relató presiones políticas para que cediera su candidatura, incluyendo una solicitud del expresidente Evo Morales, transmitida a través de emisarios, para que él ocupara su lugar.
Según Copa, parte de la presión se sustentó en la creencia de que, por ser mujer y joven, cedería con facilidad. “Me molesta que crean que porque soy mujer se puede intimidar, que pueden presionar para que yo baile al ritmo de ellos y no lo voy a hacer”, afirmó. La ex candidata también denunció que las agresiones provinieron no sólo de adversarios políticos, sino de dentro de su propio frente, y que la violencia digital y mediática deterioró gravemente su entorno político.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos durante el monitoreo.
El caso de Copa ilustra cómo la violencia digital contra las mujeres en política no solo busca desacreditarlas o deslegitimar sus propuestas, sino que, en esta segunda ponderación, apunta directamente a forzarlas a salir de la arena política. Esto tiene consecuencias graves para la democracia, limita la representación femenina, refuerza barreras históricas de exclusión y desalienta la participación de nuevas lideresas.
Frente a este panorama, es urgente fortalecer mecanismos de monitoreo, denuncia y sanción que incluyan el entorno digital como un espacio legítimo de violencia política. Además, se requiere una cobertura mediática con perspectiva de género que evalúe a las candidatas por sus propuestas y gestión, no por estereotipos o rasgos personales.
La lucha por la igualdad política en Bolivia no termina en las urnas. Implica garantizar que las mujeres puedan ejercer sus derechos sin ser objeto de campañas de desprestigio que busquen su renuncia. Solo así será posible construir un escenario democrático donde la voz y la presencia de las mujeres en la política no se apaguen por la presión del acoso digital.
Si deseas conocer más sobre el caso emblemático de Eva Copa y el impacto de la violencia política digital en su trayectoria, Lupa Digital cuenta con un análisis extenso aquí (CASO EMBLEMÁTICO COPA)

